De bares por la Barceloneta

Ir de bar en bar, comiendo esto por aquí, bebiendo esto por allá, en alegre ruta diurna, es algo que en Barcelona no se estila. Primero, porque pese a la potentísima oferta gastronómica de la ciudad, aquí lo único que se da gratis son las gracias, y no siempre, o unas palomitas mustias, unas patatas o unas olivas, como mucho. El modelo de lugares como Granada o Salamanca, donde puedes cenar a base de tomar quintos, no es extrapolable: habrá que esperar sentado a que bajen los alquileres. Segundo, porque no hay tanta cultura de tasca, uno queda para cenar o para beber algo con los amigos o para quemar la noche una vez alimentado.

Pese a que al barcelonés, por lo que sea, le cuesta comer de pie o es más de entaular-se o reunirse en torno a una mesa bien dispuesta, siempre hay excepciones. La Barceloneta, con su entramado de callejuelas, invita a ello. El barrio conserva su ambiente popular y marinero, aunque de todas las reformas urbanísticas que ha vivido la ciudad, con los Juegos Olímpicos como punto de inflexión, lo más trastocado haya sido el frente marítimo. Hay mucho turismo, sí, pero el paseo Joan de Borbó y la playa de San Sebastián actúan de barreras disuasorias. Uno busca los bares de siempre y los encuentra. Esta es una propuesta de ruta gastronómica por unos cuantos de ellos. O un buen plan de domingo.

 13:00 horas: bar La Plata

Bar La Plata

Bar La Plata

El vermut empieza con trampas: nuestra ruta no arranca en la Barceloneta sino en una bodega con solera del Gótico, La Plata. Un bar esquinero y pequeñito, con unas pocas mesas de mármol, coloridos azulejos al estilo andaluz, barra alta y paredes hiperpobladas de marcos, entre ellos uno con foto del expresident Montilla.

 Las opciones de tapeo son limitadas: pescadito frito, anchoas, huevos fritos, ensalada de tomate o butifarra. Pedimos una de pescadito frito con sendos vermuts –tienen de la casa Perucchi, de los más antiguos de Cataluña- y nos sale por unos seis euros.

El pescadito está recién hecho, crujiente y nos sabe a poco, pero resistimos la tentación de cebarnos para seguir nuestro camino. Lo dicho, La Plata: una bodega de las que ya no quedan o sí, porque ahora las recrean en pleno furor vermutero. Apta también para tomarse unas cañas o unos chatos de vino. Quien quiera spritz que vaya a Venecia.

 La Plata
C/Mercè 28
Tlf (93) 315 10 09

14:15 horas: La Xampanyeria

Los camareros políglotas de La Xampanyeria

Los camareros políglotas de La Xampanyeria

Continuamos con otro clásico, éste entre los bazares del puerto: Can Paixano, alias La Xampanyeria. Quién no ha salido de allí cenado y contento cuando era estudiante y no tenía un duro, que casi siempre viene a ser lo mismo. Ahora los turistas comparten el entusiasmo de echarse al coleto por apenas ocho euros un par de xampanyets (cava rosado), un bocadillo de algún derivado del cerdo (tipo morcilla o salchichas del país) y hasta una tapa de croquetas.

 Los camareros han aprendido idiomas y protagonizan impagables conversaciones del estilo “What’s the difference between manchego and plain cheese?” “Manchego is my favourite”. Advierto de que no es un bar chill out ni tampoco el cercano Set Portes y hay que dar por hecho que acabarás comiendo de pie sobre un mar de servilletas. Cuidado también con la cartera para no empañar una muy recomendable experiencia.

La Xampanyeria

Carrer de la Reina Cristina 7

Tlf (93) 310 08 39

 15:30 horas: La Cova Fumada

'La Cova Fumada' es la bomba

‘La Cova Fumada’ es la bomba

Llegados a este punto para que más, pero no queremos dar por rematada la faena sin pasarnos por La Cova Fumada. Es lunes y estamos de suerte, nosotros tenemos fiesta y los de La Cova Fumada trabajan. Esta tasca, situada en la plaza del mercado de la Barceloneta, sólo abre tres días por semana y obra el milagro de estar siempre a rebosar de incondicionales a los que no parece importarles su errático horario, del que avisan con un cartel en la puerta. Yo entre ellos: si la encuentro abierta allí que me meto y me caen unas rabas de calamar encebolladas, una tapita de callos o unos gloriosos garbanzos con morcilla que ahora hago también en casa, para consolarme cuando cierran.

Todo muy cañí, sí, aquí lo único que se fusiona son los vecinos del barrio con otros barceloneses de estómago nostálgico. Y algún que otro guiri, pero son los menos. Culminamos nuestra ruta por la Barceloneta con una bomba picante y unos calamares a la romana, que untamos en alioli como si no hubiera un mañana. Once euros, con dos Coca-Colas.

La Cova Fumada

 C/ Baluard, 56

 (93) 221 40 61

 16:45 horas: panadería Baluard

Surtido de postres de Baluard

Surtido de postres de Baluard

Ya íbamos a coger el metro, pero hemos pasado frente a la panadería Baluard y se nos ha antojado un postre. Dudamos ante el cristal, el surtido de dulces es espléndido: tarta de queso con mandarina, brownie, tiramisú y cannoli siciliano, entre otros. Con obrador propio y horno de leña, Baluard hace un pan estupendo, con lo cual compramos también una hogaza.

 

Forn Baluard

Carrer del Baluart, 38

 17:00 horas: bar Bitácora

Terraza del Bitácora

Terraza del Bitácora

Culminamos nuestro paseo con un café en el bar Bitácora, que tiene una terraza interior que me encanta. Reminiscencia de cuando fumaba y buscaba para quedar lugares al aire libre pero no a la intemperie, en especial en invierno. La terraza del Bitácora está resguardada, acondicionada con estufas y, con sus graffitis en la pared, es de lo más colorista. He cenado también alguna vez, la comida tiene una excelente relación calidad-precio. Si estás de suerte, quizás te amenice la sobremesa algún gitanito rumbero.

Bar Bitácora

 C/ Balboa, 1,

 08003 Barcelona

 933 19 11 10

PD. Las fotografías pequeñas de la ruta por la Barceloneta, son mías con la ayuda de mi smartphone. La galería de abajo y la foto de portada es una maravilla de Matilde Hervella, que me hizo un hueco pese a estar enfrascada en su proyecto Enfocando Miradas, donde publicará un retrato cada día de este año.

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La Barceloneta, por Matilde Hervella, un álbum en Flickr.

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