Huevos a la parmentier

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Salir del teatro, sin haber cenado tras más de dos horas de función, y que te den huevos a la parmentier te alegra el día. Emociona comer semejante manjar cuando tú sólo aspirabas a matar el hambre en un McDonald’s cualquiera o similar que encontrases abierto a medianoche. Y sin embargo allí estás, de pie en el hall, con una copa de cava en una mano y un huevo a la parmentier en la otra. No sabes por donde empezar, la alegría del pesebre te embarga y te sientes afortunada cual becaria.

El término ‘parmentier’ advierte en cualquier plato del protagonismo de la patata, normalmente en puré o crema. Por mucho que afrancesados, los huevos a la parmentier no dejan de ser huevos escalfados con puré de patata, aunque se les pueda dar un toque trufado (opcional), esparcir por encima virutas de jamón (también opcional) o servirlos en monísimos vasitos con cucharilla (más opcional todavía).

El nombre se debe a Antoine Augustin Parmentier (1737-1813), agrónomo y farmacéutico militar que dedicó sus días a la nutrición y la salud pública. En aquella época se creía que la patata era perjudicial para el consumo humano y sólo la comían el ganado o aquellos muy necesitados como los indigentes. Tras caer prisionero en Westfalia durante la Guerra de los Siete Años, Parmentier se percató del valor nutritivo de la patata, ya apreciada en Prusia.

Gracias a la experiencia, ganó en 1771 un importante premio de la academia de Besançon, que invitaba a descubrir algún alimento de origen vegetal que completase la alimentación y sirviese para sustituir al pan de forma provisional en tiempos de escasez. Parmentier se presentó con el ensayo Examen químico de la patata y quedó primero.

Tuvo que esperar más de una década para experimentar con el cultivo, en unos terrenos que le cedieron en 1785, después de un año de hambrunas. La patata no sólo era nutritiva, sino también resistente y fácil de producir: sus partidarios intentaron expandir su consumo más allá de las clases bajas. En este contexto se entiende que Luis XIV llegase a pasearse con una flor de patata en la solapa.

Para quien quiera profundizar más en el tema, aquí dejo un exhaustivo artículo. Parmentier logró su objetivo de popularizar la patata, ergo mitigó el hambre de millones de europeos. Su apellido quedó para siempre asociado al tubérculo, con platos famosos como el hachis parmentier -un pastel con puré de patata y carne picada- o estos huevos, que ahora se han convertido en la tapa de moda en Barcelona.

Dos pérfidas damas, una con mejor pinta que la otra

Dos pérfidas damas, una con mejor pinta

P.D. La obra era La Ratonera, de Agatha Christie, aún en el Teatro Apolo. Era el estreno, no dan huevos a la parmentier cada día, aunque seguro que ayudaría a llenar las salas. Unos personajes aislados en una casa de huéspedes por la nieve, un muerto de por medio, todos parecen sospechosos… a mí me encantó pero claro, me gusta Agatha Christie y este género.

Sólo apuntar que La ratonera ha batido el récord de permanencia en un teatro: nada menos que 62 años en el West End londinense. Por este motivo no se ha podido llevar al cine. Al regalar los derechos de la obra a su nieto, de entonces 9 años, la escritora no calibró su éxito y se introdujo una cláusula que impedía convertirla en película hasta que no dejara de representarse en los escenarios. Allí sigue, recaudando dos millones de libras al año. Quién tuviera una abuela como la Christie. Y ahora con ustedes la receta, damas y caballeros.

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Ingredientes (2 personas)

- Dos huevos medianos

- Virutas o tacos de jamón serrano o ibérico

- Cuatro patatas medianas

- Leche desnatada

- Margarina

- Sal

- Pimienta

- Aceite de trufa

Preparación

1. Pelamos las patatas, las cortamos en trozos y las ponemos a hervir cubiertas por un dedo de agua por encima

2. Las dejamos hasta que estén cocidas (entre 15 y 20 minutos aproximadamente)

3. Las chafamos con un tenedor, incorporando una cucharadita de margarina y leche poco a poco. Trabajamos hasta lograr una crema consistente pero no demasiado espesa

4. Pasamos por el pasapuré para dejar una textura fina, sin grumos

5. Repartimos la crema de patata en dos cuencos individuales que aguanten el calor del horno

6. Precalentamos el horno a 180º

7 Hacemos un agujerito en la superficie de la crema de patata con una cucharilla

8. Cascamos los huevos con cuidado de que no se rompan y ponemos uno en cada recipiente, procurando que las yemas queden en el agujerito

9. Esparcimos por encima las virutas o los tacos de jamón

10. Horneamos hasta que el huevo se cuaje (unos 5 minutos)

11. Sacamos del horno, condimentamos con el aceite de trufa y servimos muy caliente. Antes de comer, mezclamos con la cuchara

Consejos prácticos

* La crema de patata es lo esencial de este plato. Conviene trabajarla a mano, es decir, nada de batidora eléctrica: primero tenedor y luego pasapuré. En este caso vale la pena perder el tiempo

* A la receta se le pueden incorporar láminas de trufa, como no. El plato da un salto exponencial. Si no, una buena aceite de trufa basta para darle un toque premium

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