El Folló, un bufet de la huerta

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A los pies del Tagamanent, montaña fundacional del pujolismo, se encuentra El Folló, una masía del siglo XII reconvertida en restaurante y casa rural. Permite desconectar en el corazón del Montseny del ajetreo de Barcelona sin alejarse demasiado de ella, ya que se llega en menos de una hora en coche. Sin embargo, el cambio de chip es total: en El Folló reina el silencio y se duerme rodeado de bosque. Aparte de agradables excursiones al Tagamanent o al Pla de la Calma, uno puede entretenerse contemplando el huerto o el corral de la finca. Además, se ofrecen otras actividades como cursos de cocina.

Sin embargo, mi experiencia en El Folló se redujo a comer un día. La propuesta consiste en un bufet libre que incluye diferentes platos con productos de temporada y, en su mayoría, de proximidad. Tras acomodarse en el comedor, donde predomina la madera y una reconfortante penumbra, uno pasa a la cocina y se sirve lo que le apetezca. El sábado en que fuimos había una docena de especialidades, postres aparte. El pan también lo elaboran ellos mismos. En función de la época del año, el menú va variando, lo que que suele ser una garantía de frescura.

Excelentes los garbanzos, cocidos sin más, y los rovellons (níscalos), servidos con una sutil salsa. Ese es el punto fuerte de El Folló: la cocina casera sin pretensiones, pero con productos de primera calidad sobre todo en el apartado vegetal. Los tomates saben a tomate, la lechuga parece recién cogida. Todo es como debería ser, un debería tan contaminado por sucedáneos que los de ciudad ya hace tiempo que perdimos el punto de referencia. Hasta que algo así nos estalla en la boca y nos retrotrae.

En el apartado de guisos, probé unos pies de cerdo con setas, muy buenos aunque algo fuertes, y un pollo en salsa que me pareció mejorable. De los primeros, a recordar la crema de garbanzos, patata y setas y el salmón marinado con vodka y remolacha, que acompañé de una ensalada, original y estupenda, de remolacha con yogur.

Todo me pareció encomiable, menos el precio. Sin bebida, el menú cuesta 30 euros y con cafés y una ingesta moderada de vino –dos botellas para seis personas– nos salió a 41 euros por cabeza. Teniendo en cuenta que la materia prima es humilde (carilleras, pollo, pies de cerdo, arroz de montaña, etc) y los platos no presentan una gran sofisticación técnica, lo encontré caro. Sin embargo, aquel día no nos pudieron enseñar las habitaciones de El Folló -100 euros la doble, desayuno incluido- porque, según nos explicaron, todas estaban ocupadas. Así que quizás el verdadero lujo en el siglo XXI sea descansar en el campo con máximo confort y saborear un tomate genuino: juzguen ustedes mismos.

Masia el Folló, s/n

08593, Tagamanent

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