Sopa de tomate perfecta para un día de lluvia

tomate

Con esta receta, tan anglosajona, me tomo un respiro en mis disquisiciones sobre Londres. Se trata nada menos que de “la sopa de tomate perfecta” según The Guardian y si ellos lo dicen irá a misa. Pertenece al blog de una de sus periodistas gastronómicas, Felicity Cloake, que alcanza la perfección en todos los platos que allí pone o de eso va el blog al menos y su libro Perfect: de ir haciendo y afinar hasta dar con la versión diez de platos por otra parte bastante tradicionales.

El verano en las islas británicas es más un estado mental que pura climatología, en eso hay que darle la razón a Felicity. También en Irlanda, donde me aficioné a tomar esta sopa en los días de lluvia. Eran casi todos, así que preciso: cuando el diluvio coincidía con la hora de comer yo cruzaba la calle a toda prisa hacia un restaurante enfrente de mi trabajo donde, por un precio muy razonable, te la servían acompañada con pan tostado con mantequilla.

En caso de urgencia, podías comprarte sopa de tomate de tetra brik en cualquier supermercado, pero no aguantaba la comparación. Fue lo mejor que comí en Irlanda, lo cual no es mucho decir ya que por entonces andaba centrada en otras cuestiones y mal de liquidez. Sin embargo, por mucho que lloviera no me cansé nunca de aquella sopa de tomate.

He vuelto a acordarme de ella tras mi breve visita a Londres y con este tiempo tan desapacible que hay por aquí. Es sana, transportable y se puede tomar fría, aunque para eso mejor un buen gazpacho. La gracia de esta sopa es que templa el cuerpo y reconforta el espíritu. Y aunque los tomates no están de temporada, aquí los consumimos todo el año, así que tampoco vamos a ponernos tiquismiquis. Más problemático es dar con la albahaca, una planta de primavera y principios de verano: se puede prescindir de ella, aunque su maridaje con el tomate es imbatible.

Especial Londres

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Ingredientes

- Un kilo de tomates maduros

- Una cebolla

- Una zanahoria

- Dos dientes de ajo

- Unas hojas de albahaca

- 600 ml  de caldo de pollo

- Vinagre balsámico

- Crema fresca

- Aceite de oliva virgen

- Sal

- Pimienta negra

- Azúcar moreno

Preparación

1. Precalentar el horno a 190º

2. Cortar los tomates por la mitad horizontalmente. Salpimentarlos, ponerles un poco de azúcar para rebajar la acidez y un buen chorro de aceite de oliva. Dejar asar durante una hora, hasta que se ablanden y se tuesten por los bordes

3. Picar la cebolla y la zanahoria, cortar en láminas los ajos. Pochar en una sartén a fuego medio durante unos siete minutos

4. Entretanto, cortar las hojas de albahaca, añadir al sofrito, remover y dejar cocinar el conjunto durante un minuto

5. Sacar los tomates del horno y pelarlos con cuidado de no quemarse. Añadir a la sartén los tomates asados con sus jugos junto con el caldo de pollo

6. Remover y dar un hervor, luego bajar el fuego al mínimo y dejar cocer 25 minutos más. Dejar que se temple

7. Triturar la mezcla con una batidora eléctrica o con una licuadora.

8. Antes de servir, volver a calentar y añadir entonces la crema fresca, así como el vinagre balsámico. Aliñar al gusto y servir como decoración con un poco de albahaca picada

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