Un burrito para dominar el mundo

hillary chipoltle1.jpg

A una mujer con un plan hay que tomársela en serio. Si se trata de Hillary Clinton y el plan en cuestión, convertirse en la primera presidenta de Estados Unidos, el mundo se echa a temblar. Pues bien, Hillary ha dado un primer paso hacia su histórica meta. Pedirse un burrito de pollo, con extra de guacamole, en la cadena de comida rápida Chipotle. Sin dejar de guardar cola, antes de hincarle el diente.

Nadie en el establecimiento de Maumee (Ohio) la reconoció –por las gafas de sol, según dijeron– hasta que una llamada de un reportero de The New York Times les puso sobre la pista. Pero ahí estaban, providenciales, las cámaras de seguridad. Acompañaba a Hillary su asistente Huma Abedin, con quien la comanda sumó una ensalada de pollo y dos bebidas. Sin embargo fue la exsenadora de Nueva York quién cargó con la bandeja hasta la mesa. “Sólo era una señora más”, declaró a la prensa el encargado de Chipotle.

Justo el mensaje que Clinton se esfuerza en transmitir en su campaña, con el lema Hillary para América. Aunque esta vez parte sin rivales de peso en su partido, el batacazo contra Obama en las presidenciales de 2008 le supuso una cura de humildad. Clinton se sacude el halo de la Casa Blanca cambiando el Hill-A-Copter, aquel helicóptero con que el que se le ocurrió aterrizar en Iowa entonces, por una camioneta que ella misma ha bautizado como Scooby, porque le recuerda a la de popular serie de dibujos. Lo dicho: carretera y manta –lleva de momento 1.800 kilómetros – y burritos por el camino.

Un bocado tan propicio que sin duda inspirará a nuestros políticos, que afrontan un año electoral intenso. De momento el líder de Podemos, Pablo Iglesias, ha declarado a Divinity que el cocido de su madre es su plato favorito. A Rajoy también le gustan los platos de cuchara, según se publicó en la anterior campaña, aunque se conforme cenándose un yogur. Albert Rivera prefiere la butifarra al bocata de calamares, al menos de momento.

Aquellos macarrones gratinados de Jordi Pujol quedan lejos, pero están más en sintonía con los tiempos que corren que los opíparos desayunos en el Palace de su compañero de federación, Josep Antoni Duran i Lleida. No están los ánimos para frecuentar restaurantes con estrellas Michelin, como alguien debería explicarle a Iñaki Urdangarín. Mientras barruntaba si declararse insolvente ante la fianza de 16 millones de euros que le impuso el juez Castro, la familia se regaló una cena en el estrellado Albergaccio di Castellina, en la Toscana.

Quizás el asunto catalán se resuelva a cuenta de un tortilla -a la francesa, eso sí-, como hicieron en 2005 Quico Homs y Ernest Maragall con la reforma del Estatut. En todo caso, el populismo manda cuando lo que se busca es el favor del pueblo. Acuérdense del burrito de Hillary cuando acabe el año.

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *

You may use these HTML tags and attributes: <a href="" title=""> <abbr title=""> <acronym title=""> <b> <blockquote cite=""> <cite> <code> <del datetime=""> <em> <i> <q cite=""> <strike> <strong>