Es Caragol, la mejor playa de Mallorca

es_caragolCuesta decidir cuál es la mejor playa de Mallorca, igual que cuesta elegir tu mejor día de Erasmus. Sin embargo, el lector de hoy demanda titulares superlativos, así que aventuraré que la mejor es Es Caragol, sin temor a decepcionarlo.

Se trata de la playa más al sur de la isla junto con Cala en Tugores, con la que la une una franja rocosa. Tiene arena blanca, aguas poco profundas y dunas que se adentran más de un kilómetro hacia el interior, salpicadas por pinos retorcidos por el viento. Al encontrarse lejos de cualquier núcleo urbano, está casi desierta. Mi descubrimiento de Es Caragol coincidió con el de la benemérita balear, en un día para el recuerdo.

Sucedió un verano que un amigo de un amigo tenía una lancha y allí nos presentamos, a bordo de su zodiac. Pusimos rumbo a Es Caragol desde el puerto de la Colonia de Sant Jordi, otra playa soberbia pero más concurrida. A toda máquina, con la brisa de cara y la lancha partiendo las olas para luego despanzurrarse sobre ellas, el viaje en sí mismo ya fue una experiencia.

Al llegar atracamos a una distancia de la playa que nos pareció prudencial. Nos pusimos a comer melón y, entre tajada y tajada, nos remojábamos en las prístinas aguas. Una voz militar rompió el hechizo. “Diríjanse a la orilla con la documentación”: tuvo que repetirlo hasta tres veces, nos pareció que estábamos soñando.

Mientras nadaba hacia el guardia civil con el carnet entre los dientes, cómo si no llevarlo, sombríos pensamientos me asaltaron. ¿No tendrán, nuestros cuerpos y fuerzas de seguridad, otros asuntos más urgentes? Una felación grupal en Magaluf, un empacho de droga caníbal por ahí mismo, una combinación de ambas. ¿Por qué me pasan estas cosas, será porque soy de barrio? Y el más atroz: ¿a qué dedica, nuestro nuevo amigo, el tiempo libre con su lancha?

Al vernos temblar sobre la arena, bajo esa luz mediterránea que abrasó el celuloide de Lucía y el sexo, el guardia civil rebajó el tono. “Señorita, caballeros, ¿no han visto las boyas?”. Nos giramos frunciendo los ojos para divisar, en efecto, la línea imaginaria que dibujaban en paralelo al horizonte unas boyas amarillas, muy por detrás del lugar donde dejamos la lancha y a una exagerada distancia de la playa. ”Pues no, pero podemos dar marcha atrás si lo desea”.

Tras unos regateos con el agente, alabé la diligencia con que la Guardia Civil cumple con su deber. Incluso en una playa sin apenas cobertura para que otros bañistas den aviso, con sólo dos embarcaciones cercanas, allí rige el imperio de la ley. ”En ningún caso los dueños de la propiedad nos han llamado” comentó, ufano, antes de endosarnos la multa y desearnos un buen día.

”¿Qué propiedad?, ¿qué dueños? ”, me interesé una vez se hubo marchado. Mis amigos mallorquines tuvieron que explicarme que Es Caragol es colindante con la finca Sa Vall, de los March, cuyo patriarca -que tras enriquecerse con el contrabando financió a Franco en la Guerra Civil - quedó retratado en un libro con el certero título El último pirata del Mediterráneo.

La única manera de acceder a Es Caragol es por mar, nadando desde las lejanas boyas, o por tierra, andando una media hora (1,5 kilómetros) desde el faro de Ses Salines. La parte positiva de tanta táctica disuasoria es que esta playa se ha quedado anclada en el tiempo, con nidos de ametralladora de la Guerra Civil incluidos.

Con todo la caminata, por un paisaje lunar con la isla de Cabrera al fondo, vale mucho la pena, y a buen seguro no desanimará a los montaraces lectores de Maldito Estómago. Bañarse en unas aguas magníficas y posar los pies a ratos sobre arenas de talquistina, a ratos sobre lechos de posidonia, bien lo vale.

P.S.1. Por darle algún broche gastronómico al post, os recomiendo acompañar la excursión con una paella previa en el restaurante Antonio de la Colonia de Sant Jordi.

P.S.2. Para llegar a Es Caragol hay que ir a Ses Salines desde Campos y desde allí seguir las indicaciones hacia Es Llombards. Antes de llegar a ese pueblo, ya hay un desvío que indica el faro de Ses Salines. A partir de ahí, sólo hay que girar hacia la derecha y caminar una media hora, siguiendo la línea del mar.

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