Comer en el fin del mundo: O Pirata de Finisterre

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Vuelvo a Barcelona, miro a un cielo plomizo como mi estado de ánimo y me reconforta cuando llueve. Porque no tengo nada mejor que hacer que trabajar en lo que queda de verano, cierto, y porque así parece que siga en Galicia, donde he apurado mis vacaciones. No me explayaré sobre la cocina gallega, no porque no sea tan magnífica como mis compañeros de viaje. Pero coger un producto de primera calidad -percebes como pulgares, un chuletón que casi late- darle un golpe de calor y engullirlo sin demora es algo para disfrutar, más que para reflexionarlo.

Sólo recomendaré un restaurante y de paso una excursión: el bar O Pirata, en Finisterre. Ese cabo considerado el fin del mundo (finis Terrae) hasta que Colón demostró lo contrario, es decir, que la Tierra no era plana y que uno podía superar el punto más occidental conocido navegando sin caer al vacío infinito. Incluso en un día soleado y de aparente calma, al contemplar la inmensidad del mar y las curvas que dibujan sobre él las corrientes, es inevitable admirar a esos hombres que persiguieron el horizonte hasta comprobar que nunca lo alcanzaban. O a los pescadores que aún se juegan el tipo en la cercana Costa da Morte.

Tanto filosofar despierta el hambre: remonten entonces la carretera hacia el puerto y localicen el bar O Pirata, donde encontrarán más de lo mismo en Galicia. Pescado y marisco recién capturado a la plancha a un precio más que razonable. Se trata de un bar pequeño, con pocas mesas, donde conviene elegir sí o sí una parrillada de marisco o de pescado. Sirven los mejillones con más barbas que un hiptster, en la línea de la zona, los berberechos apenas cocinados por una vaharada de vapor. Para que más, si está todo tremendo.

Completamos la comanda con una parrillada de pescado para cuatro que incluye sargo, cabracho, besugo y una zamburiña por persona. El único misterio es con que aliñan la ensalada, por lo demás verde, y el camarero (y deduzco que dueño del local) se lo reserva: asegura que su mujer, que es alemana, se guarda el secreto. A ella también gracias por los pasteles: de manzana, de chocolate y la tarta de Santiago. Todo bien regado de Ribeiro, cafés y una botella de orujo, quince euros por persona. El menú del día, por lo visto. Y la felicidad, a veces tan fácil.

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restaurante

Bar O Pirata
Porto/ Bajada al puerto, 15155 Finisterre
Tlf 603 87 88 00

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