El verano se nos ha escurrido como el agua entre los dedos de los pies. Amigas, cocineras a tiempo parcial y tragaldabas por completo, hacía meses que pensábamos en hacer un blog. Recetas, restaurantes, bares, conservas, atracones con amigos. Ese tipo de cosas. Todas  relacionadas con el maldito estómago, ya que nos incita a la fuerza a acordarnos de él. Si lo dijo Homero, quién somos nosotras para contradecirle.

Con ese ánimo epicúreo queríamos, como hemos dicho, poner en marcha un blog de cocina. Para divertirnos y haceros más felices. Para compartir nuestro mantel. Sin embargo, algo se interpuso en nuestro camino. Vacaciones, se llama, esa bochornosa época en la que uno aparca sus buenas intenciones y se dedica sin más al terraceo, huye de la ciudad en cuanto puede y no trabaja más de lo estrictamente necesario.

Lo cual no significa,  queridos amigos, que no pensásemos en vosotros. Lo cual no significa que abandonáramos el trabajo de campo. Lo cual no significa que, allá donde fuéramos, no ampliásemos nuestros horizontes gastronómicos y, con ellos, el legado que ahora depositamos aquí.

De nada, guapos. De nada. Todo eso se acabó. Es hora de ponernos serias. Bienvenidos a maldito estómago.