Goliard, un festín a buen precio

goliard-323-725x492El imán para las multitudes de Gracia va a acabar con ella: el síndrome de El Perfume que ya se cargó a la Boquería entendida como un mercado. A 7,9 bares y restaurantes por hectárea, el Ayuntamiento de Barcelona amenaza ya con no renovar las licencias de los que cierran. Hay negocios que duran menos que un pop up, la competencia es cruel, los precios más y, aunque se agradece poder dar la vuelta al mundo gastronómica sin salir del barrio, conviene conocer el terreno.

Croqueta de patoAsí las cosas, un restaurante como Goliard brilla. Ofrece una cocina de producto, en la que la creatividad no está reñida con la armonía. Platos que se cimientan en la tradición catalana, bien ejecutados y presentados con primor. En un local acogedor, los bajos restaurados de una antigua vaquería, con paredes de piedra, sillas de mimbre y una iluminación intimista pero suficiente. Un lugar ideal para impresionar a una primera cita sin arruinarse. Con un menú degustación, de 25 euros, para hacerse una idea de lo que allí se guisa.

Comprende un total de diez platos, sin contar un Bloody Mary y unas olivas que nos sirven de aperitivo y son toda una carta de presentación. Por su elegancia, sencillez y calidad de la materia prima. El menú empieza con una sopa fría de tomate y remolacha magnífica, que nos ponen en la mesa a la vez que foie caramelizado sobre una crujiente galleta. Los sabores son potentes y contradictorios: para que no se solapen mejor disfrutarlos por separado y beber agua entre uno y otro para limpiar el paladar.

Los platos siguen llegando de dos en dos. La intensidad inicial se atenúa con una suave royal de espárragos con gambas. Esta línea más sutil se mantiene con una caponata con stratacciella, uno de los platos más interesantes de la noche. Nada que ver con una gallina cubierta de helado de chocolate y nata: la caponata es una especie de pisto de Sicilia, presentado en vaso en el Goliard y cubierto de stratacciella, un tipo de burrata, aderezado con aceite de albahaca. Delicioso.

Caponata con stratacciella

Caponata con stratacciella

Luego es el turno de las aves: paté de éstas en escabeche y croquetas de confit de pato, con unas empanadillas crujientes de verduras intercaladas. Todo impecable. Para finalizar, un pincho de higos, cecina y burrata, una conjunción de sabores que da un toque otoñal a la propuesta y a Maldito Estómago le chifla. Y un rosbif de magret de pato con vinagreta de miel y mostaza con la carne en su punto, jugosa y tierna. Ya de postres, crema de yogur con sorbete de moras y chocolate con mermelada amarga de naranjas. Quizás el apartado más discreto.

Empanadillas crujientes con salsa ponzu

Empanadillas crujientes con salsa ponzu

Un menú degustación que ofrece una muestra representativa de una carta donde manda la cocina mediterránea, con alguna pincelada de gastronomías de otros países –hay vieiras con salsa ponzu y chips de yuca o hummus de berenjena– más bien anecdótica. También hay un menú de mediodía algo más caro de lo habitual, 13 euros, pero que vale mucho la pena.

El Goliard que hace honor a su nombre y al espíritu disfrutón de los goliardos, aquellos estudiantes pícaros y monjes que colgaban los hábitos en la Edad Media y se dedicaban a vivir como podían de las letras. Su supervivencia en Gracia, quince años ya desde que en 2001 abriese sus puertas, es la mejor garantía.

Goliard

Calle del Progrés, nº 6, Barcelona

Tlf 93 207 31 75

Posts relacionados

* La Panxa del Bisbe: doblar la apuesta en Gracia

* Kuai Momos, la vuelta a Asia en cuarenta platos

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *

You may use these HTML tags and attributes: <a href="" title=""> <abbr title=""> <acronym title=""> <b> <blockquote cite=""> <cite> <code> <del datetime=""> <em> <i> <q cite=""> <strike> <strong>