Pulpo a la gallega o pulpo ‘a feira’

pulpo

Los manteles a cuadros me ponen de buen humor, sólo me han deparado grandes cosas. Lo cuál no es tan positivo como parece, porque un día me darán un susto de muerte sentada frente a uno de estos manteles, hasta el que me habrán llevado risueña. Como cuando te dejan en una puesta de sol o te despiden en tu cumpleaños y así te amargan algo que solía hacerte feliz y que encima tendrás ocasión de recordar cada vez que caiga el día o cada año. Quizás lo que tramen, al sentarme frente al mantel, sea algo serio, buena mierda, y seguro que no lo sabré prever y me tragaré lo que me pongan sobre la mesa. Ya les ha pasado a muchos, el mantel no tiene porque ser a cuadros.

Dejando aparte los manteles, aquí otra de las recetas que marcaron mi infancia: pulpo a feira. Mi madre no es gallega aunque lo parezca, sino del Bierzo, de un pueblo que por ahora sigue siendo cuenca minera. Por allí se come estupendamente aunque lo que prima no es el equilibrio en la dieta. Por algo los embutidos -en particular la cecina y el botillo- son los productos estrella.

Lo importante es regalarse en la mesa, el carpe diem gastronómico: hace frío y no se repara en picante ni en calorías. Tradicionalmente no era tampoco descartable que antes de llegar a viejo una fuga de gas o una silicosis te barriese. Todo llevaba a la opulencia.

Un clásico de la zona es el pulpo a la gallega, sobre el cuál me daban tremendas advertencias cuando era niña. Si bebes agua mientras te lo comes, me decían, el pulpo se expande en el estómago, aumenta de volumen dentro de ti y puede que revientes. Cielos. Los adultos se comían el pulpo acompañado de vino y los críos, de leche fría. Tras haberme inflado de pulpo, por sí sólo bastante indigesto, y de leche para cenar no había quien pegara ojo. Me pasaba horas rodando sobre la cama sin poder dormir, imaginando historias del increíble pulpo creciente.

Esta receta sólo tiene un misterio, que es dejar al pulpo en el punto de cocción exacta. Que no esté muy blando pero sobre todo que no sea una goma imposible de masticar. Más allá de esotéricas consideraciones tipo la calidad del agua, un par de consejos.

En primer lugar, que el pulpo haya estado congelado. Así te olvidas de la alternativa, que es mazarlo, es decir, darle golpes con lo que tengas más a mano, que en las cocinas modernas suele ser la maza del mortero. Antes conviene envolver al pulpo con un trapo de cocina para que no resbale, pero es un engorro y el trapo queda hecho un asco. Así que lo dicho, comprar el pulpo congelado o meterlo en el congelador para así romper sus fibras y que quede más tierno.

Otro consejo es depositar en el fondo de la olla donde lo vayas a cocer una cebolla entera: cuando la cebolla esté blanda, el pulpo suele estar cocido. Como todo lo que sólo tiene un misterio, la receta del pulpo a la gallega no es fácil de desentrañar, necesita amor y práctica.

P.D. Intrépida como es una, de mayor comí pulpo y bebí agua. He sobrevivido para contarlo

P.D.2 Perdonad mis sombrías ocurrencias, será que el lunes y estoy leyendo el nuevo libro de Saviano

Pulpo no marques las horas

Pulpo no marques las horas

Ingredientes

- Un pulpo

- Cuatro patatas medianas

- Una cebolla

- Una hoja de laurel

- Sal gorda o en escamas

- Pimentón dulce

- Aceite de oliva virgen extra

Preparación

1. Sacar el pulpo de congelador un día antes y ponerlo a descongelar en el frigorífico, en una olla o recipiente con capacidad porque al descongelarse soltará bastante agua

2. Poner a hervir agua en una olla grande con la cebolla y unas hojas de laurel

3. Una vez el agua rompa a hervir, asustar al pulpo. Esto es, meterlo y sacarlo tres veces del agua hirviendo, en las cuáles veremos como se encoge o asusta. A la tercera, dejarlo caer. De esta manera se consigue que no se le desprenda la piel durante la cocción

4. Dejarlo cocer el tiempo suficiente, que varía según el tamaño del pulpo. Para uno de tamaño medio (de entre 1,5 kg y 2 kg) suele bastar con entre 30 y 45 minutos. Pincharlo de vez en cuando para comprobar su dureza

5. Sacarlo del agua y ponerlo en un escurridor. Reservar el agua para cocer las patatas

6. En la misma agua, poner las patatas peladas y cortadas en cuartos y dejarlas cocer durante 15-20 minutos, para que cojan el sabor del pulpo

7. Una vez haya reposado, cortar el pulpo con las tijeras de cocina

8. Servir en un plato, con las patatas como base con sal gorda, pimentón y un buen chorro de aceite de oliva. Colocar sobre ellas los trozos de pulpo y acabar de condimentar otra vez con sal, pimentón y aceite

9. Servir bien caliente

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