A la sección de viajes que en breve pondré en marcha en el blog habría que sumarle otra nueva: ‘by Pepi’. Los lectores de Maldito Estómago deben a mi suegra, Pepi, la receta de estos gloriosos garbanzos con bacalao, por no hablar de unas alubias con chorizo que deberían recetarse antes de acabar el invierno. Platos que de tan vintage no tardarán en ponerse de moda, igual que el horno de leña o el tricotar, amigurumi para sus nuevos adeptos. A la espera de que el tiempo me de la razón, yo catalogo los clásicos de ayer, de hoy y de siempre.

Este pastel de bacalao, también by Pepi, no es tan estacional y tiene la virtud de poder dejarse listo para un picnic o una cena con amigos. No negaré su contundencia pero se debe a las patatas y a los huevos y no es mayor que la de una ensaladilla rusa, por ejemplo: todo depende de la cantidad que te calces. Eso sí, está buenísimo y resulta difícil contenerse.

Así que, en una semana en la que ando muy ocupada, tiro de lo que me cocinan las mujeres que me rodean. No es machismo, es verdad: en mi caso, son siempre ellas las que me han puesto algo digno de mención sobre la mesa, será falta de vascos. Por eso no deja de asombrarme la falta de féminas en la primera división, con meritorias excepciones como la de Carme Ruscalleda, ni el recelo con el que todavía se recibe a las señoras tras los fogones de algunos restaurantes serios y que yo viví durante mi fugaz experiencia como ayudante de cocina en Londres, con la mítica frase “la francesa que había antes que tú se fue llorando” a modo de hello. Pero esa es otra historia y debe ser contada en otra ocasión, así que no me lío. Lo dicho, la receta.

Ingredientes

- 3 cebolletas

- 3 lomos de bacalao

- 4 patatas (una por persona)

- Un pimiento verde grande

- 2 huevos

- Un bote de pimientos de piquillo en conserva

- Una galleta Quely

- Una cucharadita de mantequilla o margarina

- Pimentón

Preparación

1. Poner en una olla agua con sal y echar las patatas enteras sin pelar. Cuando el agua rompa a hervir, bajar el fuego un poco (basta con que se mantenga el hervor) y dejarlas hasta que estén tiernas (unos 40 minutos a partir de que el agua hierva, según el tamaño)

2. Entretanto picar las cebolletas y el pimiento y sofreirlos en una sartén a fuego medio-bajo

3. Cuando se hayan pochado las cebolletas y el pimiento, añadir el bacalao desmigado y mezclar con una cuchara de madera. Rehogarlo apenas unos minutos, sólo para que se mezclen los sabores.

4. Ponerlo en un plato y dejar que se temple un mínimo de 15 minutos

5. Una vez las patatas estén hervidas, pelarlas y chafarlas con un tenedor o pasarlas por el pasapuré hasta conseguir que tengan textura de puré. Una cucharadita de mantequilla ayuda a que quede más correoso

4. Aliñar el puré de patata con pimentón al gusto y corregir de sal. Reservar

6. Incorporar los huevos batidos al sofrito con bacalao y mezclar bien

7. Precalentar el horno a 200º

8. Poner un papel de horno en una fuente y verter la mezcla de los huevos y el bacalao

9. Cubrir con el puré de patatas

10. Espolvorear con la galleta molida y decorar con los pimientos de piquillo

11. Bajar la temperatura a 180º y hornear entre 40 minutos y una hora, hasta que el huevo se haya cuajado

12. Desmoldar y servir tibio

Consejos prácticos

* Para hacer las patatas conviene hervirlas con piel y sin trocear. Se tarda más, pero así las patatas absorben menos agua y pierden menos almidón, lo que significa un puré suave y menos aguado. Se puede aligerar mezclándolo con un chorrito de leche

* Lo que rodea al pastel de bacalao son setas salteadas. No son necesarias, pero quedan bien de guarnición

* Para comprobar que el huevo esté cuajado se le puede pinchar: cuando el pincho salga limpio, el pastel está listo